VIDA EN AZUCAR. CAPITULO 2: VOLCÁN DE CHOCOLATE

No me había percatado cuanto subía sino hasta que baje. La caída fue larga, casi eterna. Y entre más me alejaba del ángel, este más se reía. Parece que gozaba el verme descender. Como si mi dolor fuera lo más entretenido. 

En ese momento, solo pude sentir arrepentimiento. Me arrepentí de haberle ayudado a que crecieran sus alas, me arrepentí de haberlo cuidado de sus depredadores... Me arrepentí de haberlo conocido. De no haber sido por eso, no estaría cayendo. No estaría por morir. 

Sujeta en mi odio y en mi completo arrepentimiento, sentí como en mis entrañas algo crecía, y crecía y llenaba de calor mis frías mejillas. Era un volcán. Un dulce volcán de chocolate. 

Así de rápido como se formó, comenzó a explotar y desbordarse. Al principio fueron unas cuantas palabras de odio contenido. Luego unas cuantas maldiciones, que se transformaron finalmente en un grito que salía desde el fondo de mi estomago. De donde nacía el volcán.

Estaba enojada. Dulcemente enojada. Pero... ¿Qué podía hacer? Yo estaba cayendo en picada mientras el ángel se burlaba desde la cima de las nubes llenando con su dulce risa el ambiente. Aun en estas situaciones, era una risa melodiosa. Entonces recordé porque le amaba, recordé lo mucho que le quería y porque había cedido todo.

Y sonreí.

Sonreí mientras seguía cayendo, mientras atravesaba ese reino de dulzura y me estrellaba contra el firme concreto del mundo humano. Sonreí hasta cuando mis huesos se rompieron y mi cabeza quedo a un lado. Sonreí en todo momento. Porque escuchaba su risa. 


Porque se burlaba de mi dolor.

Comentarios

Entradas populares