VIDA EN AZÚCAR. CAPÍTULO 3: HADAS DE AZÚCAR

 Luego de quedar estrellada en el suelo. De que cada parte de mi ser se soltará y de que quedara desmoronada en el suelo. No supe que pensar. No supe que creer. Lo único que no se había destrozado de mi cuerpo era mi cabeza, la cual, solo tenía unas cuantas grietas. Nada grave. 

Me quede tirada, no porque esperara que alguien me levantara, no porque no tuviera la fuerza para hacerlo... sino porque no quería, ya no tenía ganas de levantarme. ¿De que me serviría incorporarme? ¿Para seguir adelante? Ya no quería. El pavimento era frío, prácticamente helado, podía sentirlo en cada parte de mi fragmentado cuerpo. Pero no me molestaba, me proporcionaba cierta calma.

Ya solo me quedaba esperar mi muerte. “Ah, si tan solo hubiera tratado de caer de cabeza” me dije a mi misma, mientras  me lamentaba de ni siquiera ser buena para morir. 

Mientras seguía esperando a que llegara el dulce momento, cinco hadas de azúcar se acercaron a mi. Sé que dijeron algo, pero mis oídos estaban tapados, supongo que estaban llenos de nubes de algodón. Las vi revolotear sobre toda mi existencia, manoteaban cada tanto y señalaban diferentes zonas del pavimento. Supongo que todo ese espacio estaba ocupando mi desmoronado cuerpo.

Una de ellas, se colocó detrás de mi cabeza y la colocó en su regazo, su vestido olía a caramelo de fresa. Tres de ellas comenzaron a recoger los fragmentos más pequeños y los iban guardando en sus bolsillos, mientras que la última hada se fue rápidamente, para volver más tarde con unas canastas enormes. Ahí metieron los fragmentos más grandes. 

Trabajaron hasta que el sol se había puesto y solo podían iluminarse por el brillo que desprendían sus alas. Revisaron el área dos veces o quizá veinte, no estoy segura, mi conciencia fluctuaba entre una que otra bruma y dos o tres recuerdos.  

Para cuando nos íbamos de la zona de impacto, cada una se amarró dos canastas a la cintura y volamos por sobre todo lo que había. Más por curiosidad que por interés, voltee a ver el área del impacto.. el diámetro era bastante grande y estaba lleno de trozos de caramelo.

Sabia que se reía. Me veía.

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